Este dolor no es mío por Mark Wolynn
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Cuando peleo con la vida, peleo con la escritura, es mi manera personal de protestar y entrar en huelga con ella, es mi forma sutil de decirle que no estoy de acuerdo con algunos aprendizajes. Hace algún tiempo entré en paro indefinido nuevamente, hasta que comprendí que escribía no para ella si no para mí. Hoy volví al ruedo, quizás para sanar o quizás para continuar alzando mi voz a modo de protesta.
Este libro llegó a mí gracias a la aclamada serie de Netflix “Mi Otra Yo”, debo confesar que me leí la mitad en menos de una semana y después lo paré por varios meses, aún sabiendo que algo bueno me esperaba detrás de esas 270 páginas. Enfrentarse a desempolvar la oscuridad del alma, no solo la propia, sino también la de nuestra familia no es fácil; es remover fibras de mucho dolor que solo cambiando nuestro observador y aceptando aquella realidad podemos sanar para vivir la vida más livianos de equipaje.
Hablar de nuestros ancestros y sus historias es hablar de nuestro presente y nuestras historias, tendemos a repetir actitudes, patrones y experiencias que ellos alguna vez vivieron y que permanecen en nuestro inconsciente familiar. “Todo lo que no es consciente lo viviremos como nuestro destino” decía Carl Jung; por eso el primer paso es conocer nuestra historia, sumergirnos en ese mundo que a lo mejor no es muy cómodo, pero que nos permite identificar los traumas importantes que rodean nuestro esquema familiar, aquella historia que se podría estar repitiendo y que para sanarla debo entender que ese “dolor” no me pertenece.
Para hablar de historia familiar, debemos comenzar por acercarnos a los principales protagonistas de la nuestra: papá y mamá. Aceptarlos tal y como son, con sus cosas buenas y sus oportunidades de mejora, es quizás uno de los más grandes retos de la vida; poder amarlos sin
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reproches no deja de ser un tarea un poco tediosa pero también liberadora. El autor del libro Mark Wolynn lo escribe de una manera perfectamente hermosa: “… permitirme a mí mismo recibir el amor y el cariño de mis padres, no del modo que yo había esperado en otros tiempos, sino del modo en que ellos eran capaces de dármelo…. No me importaba cómo podían o no podían quererme. Lo que importaba era cómo podía recibir yo lo que ellos podían darme”. La verdadera expresión del amor incondicional, de ese dar sin esperar nada a cambio, de pasar de exigir que estuvieras aquí, de tu falta de amor, de escucha, de cariño, a aceptarte tal y como eres, con tu luz y tus sombras -quizás las mismas que yo tengo- y hasta tus actitudes, ya que tendemos a repetir las mismas conductas que rechazamos en nuestros progenitores. Así tenga varios reproches y miles de preguntas tendría dos opciones en la vida: hacerte a un lado y pretender que ese dolor nunca existió, o, enfrentarme a ese dolor, entender porqué lo hiciste y aceptar que aunque no fue perfecto para mí, hoy lo recibo como la base para crear un nuevo comienzo.
“Los padres en su labor de padres, hacen daño a sus hijos sin darse cuenta. Es inevitable. El problema no es lo que nos hayan hecho nuestros padres, el problema es que seguimos aferrados a ello. En general, cuando nuestros padres nos hicieron daño, no fue de forma intencional. La mayoría de nosotros consideramos que hay cosas que no recibimos de nuestros padres. Pero estar en paz con nuestros padres significa estar en paz con lo que recibimos y con lo que no recibimos. Cuando vemos bajo esta luz lo que se nos dio, podemos obtener fuerza de nuestros padres, que solo querían lo mejor para nosotros, aunque no siempre fueran capaces de demostrarlos”.
Alguna veces en la vida sentimos que perdemos el sentido, la capacidad de asombro, que vamos en piloto automático sumando días sin sentido; cuando hemos perdido la fuerza vital de la vida, cuando perdimos la alegría, cuando queremos tener relaciones estables y felices, cuando queremos dejar de sentir esa sensación de estar rotos, es ahí cuando necesitamos reparar las relaciones con nuestros padres para poder disfrutar lo que la vida nos tiene preparado. Aceptar, perdonar, bajar la cabeza y dejar el ego de lado, son de los grandes aprendizajes que vinimos a experimentar quienes hemos tenido temas familiares por resolver.
Solo un pequeño un dato, de la madre viene la relación de pareja, la abundancia, la salud, la alimentación; del padre viene el dinero y su capacidad de multiplicarlo, la fuerza para materializar, para emprender, para socializar; si lo vemos desde afuera, ambos son la base de la vida misma.
Te invito a que por ti mismo compruebes todo esto, ten esa conversación incomoda con papá o con mamá, sincérate y date la oportunidad de comenzar de nuevo con ellos, aceptándolos como son y tú mismo podrás comprobar como todo en tu vida comienza a tener sentido nuevamente, como se empiezan a organizar las piezas, como llega la sensación de completitud pero sobre todo de poder experimentar la paz contigo y con ellos, no solo por ti, ni por ellos sino también por los que vienes después de ti.
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Libro: Este dolor no es mío – Mark Wolynn.
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Podcast: Abiertamente con Yogalma y Laura BallesteroS – Sanar la raíz:
Namasté,
V.
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